Hace un año se dio el primer caso de coronavirus en Veracruz y la gente desapareció de los sitios públicos; eso ha quedado atrás
Es marzo de 2021 y Xalapa, la capital del estado veracruzano, ha cambiado de ritmo. Las zonas donde era habitual observar a miles de estudiantes hoy están prácticamente vacías. La gran mayoría de los espacios donde se podía escuchar música, ver películas o teatro, permanecen con las puertas cerradas.
Es marzo y hay personas en las calles, pero es poco frecuente encontrar niños y adultos mayores. No se expresa, pero se sabe, muchas familias están de luto, la economía se ha contraído, ha aumentado el desempleo y hay impactos en la salud mental por el confinamiento y distanciamiento social prolongados.javascript:false
A un año de la pandemia por Covid-19 que alcanzó a Veracruz, los cambios no solo se ven, continúan en una sociedad que experimenta la incertidumbre de manera colectiva y global.
Ante la vorágine de cambios, pareciera que hubiera pasado más tiempo, pero no, fue el 11 de marzo de 2020 cuando ante los niveles de propagación de la enfermedad por un nuevo coronavirus que inició en la ciudad de Wuhan, la Organización Mundial de la Salud declaró que el Covid-19 dejaba de ser epidemia y adquiría el carácter de pandemia.
Aún no había ningún caso en Veracruz, pero la cancelación de actividades masivas tomaba por sorpresa a todos. La Cumbre Tajín y la Feria Internacional del Libro Universitario fueron las primeras.
En la entidad, el 15 de marzo, a través de redes sociales, el empresario Ramón Gómez Barquín anunció que su hija, quien había llegado del extranjero, era el primer caso positivo de Covid-19, aunque no fue sino hasta el 17 cuando la Secretaría de Salud estatal lo oficializó.
Para esa segunda quincena de marzo, crecían las dudas, los temores, sobre todo cuando el 16 de marzo se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Acuerdo número 02/03/20, a través del cual se estableció la suspensión de clases en todo el territorio nacional, solo como un “adelanto de vacaciones de Semana Santa, del 23 de marzo al 17 de abril”.
En Xalapa, el primer contagio fue documentado el 27 de marzo, fecha en la cual el puerto de Veracruz contaba ya con tres casos, la Ciudad de México con 83 y, a nivel nacional, estaban cuantificados 717 enfermos.
El impacto más fuerte vino a escasos tres días. En sesión del 30 de marzo de 2020, el Consejo de Salubridad General declaró la “Emergencia Sanitaria Nacional”, con lo cual se ordenaba la suspensión inmediata, desde ese día y hasta el 30 de abril, de actividades no esenciales en los sectores público, privado y social. Desde ese momento, todo fue mutación y adaptación
LAS MEDIDAS Y CAMBIOS
Las medidas implementadas para evitar la propagación del virus obligaron al cierre de establecimientos, con la consecuente contracción económica. La disminución en la movilidad también afectó al transporte público, comerciantes, hoteleros y quienes percibían ingresos por la renta de espacios a estudiantes.
No hubo opción. Sin importar edad, alumnos, profesores y padres de familia se acercaron a la educación a distancia, a los dispositivos electrónicos, a las diversas plataformas.
Hasta el día de hoy, continúa como uno de los grandes desafíos y uno de los temas donde mayor desigualdad se da.
En muchos lugares y familias, un obstáculo clave es la falta de acceso a internet asequible y de alta calidad.
Además de la crisis sanitaria por Covid-19, surgieron nuevos problemas en este sector. Por mencionar solo algunos, las cirugías que estaban programadas fueron postergadas, algunos hospitales fueron habilitados para atender únicamente a los infectados con el Sars-Cov-2 y hasta 2021, personas con enfermedades crónicas han manifestado no ser atendidas como se debe.
Ha pasado un año y aún está el exhorto de no hacer fiestas, evitar los viajes, las aglomeraciones, optar por hacer llamadas o videollamadas a los amigos, a los familiares, a todos los seres queridos. Es 2021 y no es posible hacer servicios funerarios con grupos numerosos.
Los especialistas de la salud mental hablan de daños ocasionados ante el distanciamiento social, ante el acumulamiento de duelos, ante lo que la Organización Mundial de la Salud ha denominado “fatiga pandémica”.
Xalapa, conocida por su actividad artística, cultural y académica, recibe en esta área un golpe bajo. Los gestores culturales independientes expresan su impotencia ante los tiempos adversos, pero han sido persistentes. Se han adaptado a lo digital y esperan ansiosos volver a las actividades presenciales.
Unos cuantos, tímidamente, empiezan a abrir, con aforos reducidos. Las instituciones hacen lo suyo en redes sociales y distintas plataformas. Han vuelto los autocinemas.
LA ESPERANZA DE LO QUE VIENE
Después de un año, el mundo está dolido. La pandemia ha dejado más de 2.5 millones de muertos y 115 millones de casos de Covid-19 en el mundo, aunque poco a poco están comenzando a desacelerarse, indican las autoridades sanitarias.
México confirma más de 2 millones cien mil contagios y está por alcanzar las 189 mil defunciones, en tanto Veracruz supera ya los 56 mil contagios y rebasa las 8 mil muertes por esta enfermedad. Solo tres municipios, de los 212, permanecen libres del virus.
La capital del estado, segundo lugar en la entidad con más casos de Covid-19, se aproxima a los 4 mil 400 contagios y a las 700 pérdidas de vida.
A pesar de todo, hay avances. Los médicos y científicos han recopilado una gran cantidad de evidencia sobre el nuevo coronavirus, cómo se transmite y cómo se le puede tratar de manera más efectiva.
A diferencia de principios de 2020, para la gran mayoría ya son parte del atuendo los cubrebocas y las caretas, y no se desestima la recomendación del uso de gel antibacterial, los saludos a distancia, el realizar estornudo de etiqueta y el lavado de manos constante.
«EL COVID NOS CAMBIÓ LA VIDA A TODOS»
VERACRUZ, Ver.- La falta de convivencia con la familia y amigos, el encierro y el uso de extremas medidas para prevenir contagios, incluso un valor mayor a la salud y la vida, son situaciones comunes que dejó la pandemia entre los veracruzanos, a un año de cumplirse el inicio de la emergencia sanitaria por coronavirus. Eduardo Alvízar Mejía, estudiante de Fisiología en la Universidad de Oriente, relata que dejó de salir con su familia como acostumbraba a hacerlo antes de la pandemia. En su caso acostumbraba a pasear en el Malecón o ir a algún restaurante los domingos, como una forma de reforzar los lazos con sus padres y sus hermanos.
“Lo que más extraño es no usar cubrebocas, ahora lo tengo que usar por fuerza por cuestión de salud, pero es muy incómodo salir con el cubrebocas, otra cosa que extraño es saludar a la gente de manera normal”, indicó. El caso de Andrea Reyes Parra no es distinto, la joven publicista en el ramo restaurantero señala que la pandemia de covid-19 le trajo crecimiento personal y humano, ya que ha enfocado su tiempo libre en mejorar su salud espiritual.
“No es que extrañe algo tal cual, pero se quedó por ahí una sensación de alerta que me hace cuestionarme sí debería de estar haciendo esto o no, o cómo debería estar avanzando. Traté de darle un giro bien, por ejemplo, yo estaba viviendo en otra ciudad y me regresé para acá, y dije que no me iba a poner mal, que trataría de desvirtuarlo para bien, para mí me sensibilizó mucho”, señaló.
Por su parte, Martha Peña Mayorga, quien es médica ginecóloga, dijo que junto con su familia aprendió que la pandemia vino para cambiar la vida de las personas y reflexionar sobre la necesidad de reforzar la fe. En su caso la pandemia la obligó a mejorar aspectos de la vida familiar que en ocasiones eran rebasados por el trabajo.
“No es miedo ni ansiedad, es entender que esta pandemia llegó para hacer un cambio en nuestra vida, que no somos los únicos, sino que es a nivel mundial y si queremos mejorar tenemos que empezar desde nuestra casa y darle la oportunidad a nuestros familiares y nuestras amistades para que lo puedan entender igual”, señaló.
El riesgo de contagiarse la obligó a planear una dieta balanceada para todos los integrantes de su hogar, mejorando hábitos alimenticios.
En Diario de Xalapa