Laguna Verde: 30 años de promesas y tarifas caras alrededor

Miles de habitantes aún viven con el temor de que ocurra un accidente; «no nos han cumplido»

ALTO LUCERO, Ver.- A más de 30 años de haber arrancado operaciones, la Central Nucleoeléctrica de Laguna Verde sigue siendo el vecino incómodo de miles de veracruzanos que viven con temor de que ocurra un accidente en la planta y no alcancen a ponerse a salvo.

Y es que, aunque buena parte de los caminos contemplados en el Programa de Emergencia Radiológica Externo (PERE) se encuentran en buen estado, todavía hay zonas en el perímetro de 16 kilómetros a la redonda a las que se accede a través de caminos de terracería. Aunado a esto, la carretera Costera del Golfo -sobre la que se ubica la Central Nucleoeléctrica- es de apenas dos carriles y tiene una intensa ocupación porque conecta al puerto de Veracruz y Xalapa con los municipios del norte de la entidad.

De acuerdo a la población de los municipios de Actopan y Alto Lucero, el peligro en el que viven por su colindancia con Laguna Verde no tiene justificación alguna. Cuentan que aunque en un principio personal de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) -empresa que la opera- les había prometido muchos beneficios para respaldar su instalación, ninguno de estos se cumplió.

Hoy a más de tres décadas de su entrada en funcionamiento, la población del primer perímetro sigue pagando tarifas eléctricas muy elevadas, no han recibido obras sociales y, salvo unos cuantos, no han visto oportunidades de empleo ni crecimiento económico en la región.

Luego de que un medio de comunicación internacional relatara que en septiembre pasado hubo una situación de riesgo que elevó a semáforo naranja -un paso antes del rojo- la situación en Laguna Verde, ciudadanos han revivido el temor de que un día tengan que dejar su casa, sus pertenencias y sus animales para salvar sus vidas.

“PROMETIERON Y NO CUMPLIERON NADA”

Con 62 años, Tomás Córdoba es uno de los fundadores de la localidad de Potrero Alto, en Alto Lucero, población que se encuentra contemplada en el perímetro del Programa de Emergencia Radiológica Externo (PERE). Él fue testigo de la construcción e inicio de operaciones de la Central Nucleoeléctrica de Laguna Verde y lleva los últimos 30 años con el temor de que algún día tenga que abandonar su hogar debido a un accidente en la planta.

Entrevistado mientras teje una caña de pescar, el padre de familia cuenta que aunque en un principio la población de la zona rechazó por completo el proyecto de de Laguna Verde, personal de la Comisión Federal de Electricidad habló con la población para prometerles que tendrían servicios de luz, agua y salud de manera gratuita.

Además, les explicaron que el “riesgo” que implicaba tener de vecina la central se compensaría con los empleos que los jóvenes de la zona tendrán. Con el paso de los años, lamenta, nada se cumplió. “En aquel tiempo nos dijeron que los jóvenes iban a tener muy buena chamba y a ganar mucho dinero pero en realidad las ofertas de trabajo solo fueron para unos cuantos. Lo de la luz gratis no fue cierto, el agua tampoco y lo de las clínicas si las instalaron pero el servicio es deplorable, te dan consulta pero nunca tienen medicinas, solo es para que ellos puedan tener un control”, explica.

Lo que si han tenido, cuenta, es la amenaza constante por la cercanía. Reconoce que aunque ya se han acostumbrado, cada vez que surgen rumores de algún accidente o conforme avanza la vida útil de la planta regresa el temor. “El peligro siempre ha estado, lo que hicimos fue un poco acostumbrarnos”.

Su familia, al igual que el resto de las que habitan en Potrero Alto, conoce bien el plan a seguir en caso de alguna emergencia. En caso de que la central entre en alerta roja, explica Córdoba, una alarma sonará en la localidad a través de vehículos y helicópteros oficiales. Después de esta señal, tendrán que actuar rápidamente, tomar sus documentos y artículos personales, señalar la casa, amarrar a los animales, agruparse en el punto de reunión delimitado y tener paciencia para ser rescatados.

“Ahorita ya casi no dan información pero al principio sí la daban. Incluso nos daban un calendario en el que venían las recomendaciones y una bolsa para meter los documentos personales pero últimamente ya no lo dan dado”. Para él y su familia, el consuelo que les queda es que cuentan con su camino, contemplado en la Ruta de Evacuación Norte 2, está en buen estado por lo que los vehículos oficiales no tardarían mucho en acudir por ellos para ponerlos a salvo. “Anteriormente teníamos pura terracería pero ya con los años se han ido componiendo. Ahorita dentro del área de riesgo si tenemos buenos caminos”.

LO QUE TENEMOS DE CFE SON RECIBOS CAROS

María Soberano sostiene entre una de sus manos un calendario del 2018, el último que recibió de parte del personal de la Comisión Federal de Electricidad en el que se detalla el plan a seguir en caso de una emergencia radiológica. En la otra manos sostiene un recibo de luz por la cantidad de 3 mil 900 pesos, el más reciente que llegó a la casa de su difunta madre, una vivienda abandonada desde hace varios años pero que sigue acumulando deudas con la empresa nacional a pesar de no usar su servicio. “Hasta escalofríos siento cada vez que veo esto porque eso no lo puedo pagar y menos de una mes para otro y en una casa cerrada”, cuenta.

Palmas de Abajo, la comunidad en la que vive María, es una de las últimas que se encuentran contempladas en el radio de 16 kilómetros que estableció la CFE en el Programa de Emergencia Radiológica Externo (PERE) sin embargo, a pesar de esto no reciben ningún tipo de subsidio federal ni apoyo para el pago de la luz. Ante esto, ella junto a cientos de personas más se han integrado al movimiento de resistencia para el no pago de energía.

A nosotros nos dijeron desde el principio que a los que estuviéramos dentro del PERE la luz iba a ser dada pero nada que se cumplió y ahorita tenemos unas deudas de luz (…) ellos (el personal de CFE) han venido y yo si les he dicho que se acuerden que estamos adentro del PERE y que no estamos negados a pagar pero si queremos tarifas razonables.

La mujer cuenta que aunque no tiene miedo de ser vecina de la planta nuclear, si tiene incertidumbre sobre el futuro de este sitio ya que desde hace varios años se les explicó que la vida útil podría ser de 30 años, plazo que ya se cumplió. Reconoce que lo que se escucha en la comunidad es que se hacen “recargas y recargas” pero de manera oficial no les han explicado cuánto tiempo más de vida útil le queda y si con el paso de los años, el riesgo de la cercanía sea mayor. “Ya ve que ya tiene muchos años y no sabemos qué tan capacitada esté para trabajar para tanto tiempo. Eso ya no se sabe”, indicó.

La ama de casa asegura que hasta hace uno año, al peligro de una emergencia radiológica se le sumaba el mal estado del la Ruta de Evacuación Sur 2, que en el tramo Tinajitas-El Tajo se encontraba intransitable. No obstante, hace unos meses personal trabajó para dejarla lista para la circulación. “Por lo menos en una emergencia si va a ser más fácil salir”, señala confiada.

TAMBIÉN TEMEN A LAS INUNDACIONES

En una bolsa de plástico transparente, Josefina Sánchez Sánchez tiene sus documentos oficiales y una muda de ropa para ella y sus dos hijos. En caso de una emergencia, esa bolsa y el dinero que tenga a la mano será lo único que resguarde y que lleve consigo al punto en el que pueda ser evacuada. “No tengo nada más, con que estemos a salvo yo y mis chiquillos con eso tengo” cuenta la mujer de 73 años que vive en la Colonia Francisco I Madero en la localidad de Palma Sola.

Sentada en el patio de su casa junto a su hija mayor, Josefina Sánchez reconoce que para ella y su familia no ha habido beneficios por vivir más de 30 años dentro del perímetro del Programa de Emergencia Radiológica Externo. Incluso, explica, ha habido bimestres en los que ha tenido que pagar hasta 500 pesos por un recibo de luz, monto que para ella resulta exhorbitante.

Asegura que el vivir con sus dos hijos adultos con discapacidad la ha hecho ser más consciente de la necesidad de ponerse a salvo en caso de que algún día se activen las alarmas de la Central Nucleoeléctrica de Laguna Verde. “Si da miedo sobre todo de pensar que en caso de una explosión muy fuerte no nos vamos a poder ni mover pero pues hay que seguir aquí porque esta es nuestra casa y ni modo de irnos por el miedo”, dijo.

Aunque la Ruta de Evacuación Norte 1, en la que vive, se encuentra en buen estado, su preocupación es que la carretera por la que tendrían que llegar los vehículos de emergencia es de apenas dos carriles -uno de ida y uno de vuelta- y que hay horarios en los que el tráfico es sumamente intenso. “Lo ideal es que se amplíe, claro y que se tenga todo preparado para que la evacuación sea más rápida”.

Además reconoce que una falla en la planta no es el único temor que en más de una ocasión ya tenido que salirse de su casa debido a las inundaciones. Cuenta que en la última crecida del río, tuvo que salir con el agua a la cintura a ponerse a resguardo en un terreno baldío junto a sus hijos y a esa bolsa que tiene lista desde que llegó a vivir a este sitio. “Nos metimos en una casita que encontramos y que estaba más baja el agua porque ese día no hubo casa que no se me inundara. Todos mis aparatos se me echaron a perder y la lavadora la fui a recoger varios terrenos adelantes. Nosotros vivimos siempre en el riesgo pero ni modo”.

La mujer que se mantiene ella y sus dos hijos con el dinero que gana lavando ropa ajena y con lo que recibe de apoyos social por ser adulta mayor, reconoce que no tiene ninguna oportunidad de buscar un sitio más seguro en donde vivir. Para ellos tres, cuenta, la única opción es superar el miedo y desear que nada pase en su localidad.

En Diario de Xalapa