Ciudad de México. El trabajo digital tiene que ser reconsiderado en la medida que está subvalorado para las instituciones culturales, coincidieron la curadora Gabriela Cepeda (Veracruz, 1985) y el artista digital Canek Zapata (Ciudad de México, 1985), al participar en el chat en vivo, “Estrategias de exposición en Internet”, como parte del programa pedagógico de la XIV Bienal FEMSA. Tal vez una pintura hecha en tres horas se cotiza en 10 mil pesos, mientras que una página web elaborada durante seis meses sólo alcanza mil pesos, ejemplificó Zapata.
Para los expositores le corresponde a la comunidad artística “no permitir ésta devaluación”, muy evidente actualmente con “todas las instituciones culturales que piden contenidos gratis”. Esta falta de valoración se extiende a los espacios digitales de la red misma, ya que “refritean” contenidos, apuntó Cepeda, también crítica de arte.
En el futuro, continuó Zapata, las instituciones culturales tendrán que tener colecciones de obra digital. Algún museo por allí tendrá un par de piezas, aunque guardadas ya que “no saben cómo articularlas conceptualmente en el espacio físico”. Además, suelen relacionarlas con la ciencia no obstante que permitan otra experiencia estética.
Según Cepeda y Zapata, entrevistados por La Jornada, no hay por qué “canalizar todo bajo un criterio pedagógico, simple y forzado. Una pieza digital tendrá algo científico porque es aplicable a la tecnología aunque eso no implica que sea lo más relevante”.
La actual pandemia causada por el Covid-19, y la política de sana distancia, conllevan a una revisión de los modos de hacer las cosas. “Los museos y las instituciones artísticas tendrán que reflexionar sobre la necesidad de tener exposiciones y actividades en línea. De trasladar sus actividades presenciales a Internet”, expresó Zapata.
“Qué no sólo se piense ahora durante la contingencia, sino que se den cuenta que estas actividades dejen de ser concentradas presencialmente en la Ciudad de México. El arte digital y las actividades en el mundo digital también son una oportunidad para expandir las publicaciones”, añadió Cepeda.
Zapata, por su parte, recordó que el arte digital no responde a las mismas preguntas o necesidades que las disciplinas más tradicionales: “No podemos decir que es una experiencia igual ir a un museo o ver una obra en forma digital. No sólo es tomarle una foto a la Mona Lisa y subirla a Internet, sino generar nuevas experiencias, con nuevos objetos, con cosas que pertenecen a la red”.
Para el artista es mejor, y más cómodo, ver el famoso cuadro de Leonardo Da Vinci en Internet, que en el Museo del Louvre porque “lo puedes amplificar, ver de cerca, aunque no sólo eso. Lo puedes alterar, modificar y animar”.
Ver obra por medio de un página web tiene características diferentes a hacerlo en un museo o una galería: “Puedes reaccionar ante las obras de diferentes formas. Puedes hacer un cuadro que es único. Tienes experiencias particulares y singulares”.
Según Cepeda ver obra en forma digital propone también un tipo de público diferente que quizá se convierta en usuario más que en espectador. De la misma manera que siempre hay recursos para producir una muestra tradicional, también deberían de estar disponibles fondos para la producción de arte digital, acotó la curadora.
Livier Jara, directora ejecutiva de la Bienal Femsa, recordó que su formato cambió: “Antes era un certamen tradicional. En ediciones pasadas había abordado estos cambios en la práctica artística. A eso se debe ese nuevo formato que consiste en que la Bienal tenga lugar cada vez en un estado distinto. Primero, fue en Monterrey, luego en Zacatecas, mientras que este año será en Michoacán.
“Se ha reflexionado sobre estas necesidades que van surgiendo a nivel local. En este momento de contingencia y temas pertinentes decidimos que era justo introducirlo en la conversación del Programa Pedagógico de la XIV Bienal FEMSA”.
La Jornada