Una empresa nórdica ha hecho historia en Sudamérica al transformar el azúcar en electricidad. En un mundo donde reducir los combustibles fósiles es crucial dadas sus consecuencias ambientales, la búsqueda por nuevas fuentes de energía se intensifica. Alternativas como la solar, eólica e incluso el uso de residuos orgánicos están ganando terreno.
Un caso destacado es el de una empresa californiana que ahorró más de 500,000 dólares en energía al convertir el jugo de cebolla en metano para producir electricidad. Otras innovaciones incluso están explorando el uso de medusas como fuentes de energía.
Aprovechando esta tendencia, Brasil se ha convertido en el pionero en el uso de etanol como único combustible en una central eléctrica. La central Suape II en Recife lleva a cabo una prueba piloto, desarrollada por Wärtsilä en alianza con Energética Suape II S.A., un subsidiario mayoritario del Grupo Económico 4M.
Este proyecto, impulsado por Carlos Alberto Mansur Filho, cuenta con el respaldo financiero de Business Finland bajo el programa WISE. Se planea que el motor Wärtsilä 32M funcione exclusivamente con etanol durante 4,000 horas entre abril de 2026 y finales de 2028, con el fin de comprobar su eficacia y rentabilidad.
La exitosa implementación de esta tecnología podría ser un hito hacia una matriz energética más limpia, facilitando que los biocombustibles líquidos se conviertan en una norma en producción eléctrica. Brasil ya ha comenzado a preparar el terreno, autorizando el uso de etanol en la subasta de capacidad energética prevista para junio de 2025. El uso del etanol no solo promete reducir emisiones y aprovechar recursos locales, sino también aumentar la independencia energética. Así, Brasil busca posicionarse como un líder en el uso sostenible del etanol en la generación eléctrica, mientras Europa considera opciones drásticas como asegurar su suministro energético explorando hasta el núcleo de la Tierra.