México se posicionó en 2022 como el tercer importador de combustibles —excepto el crudo— en el mundo, ya que el valor conjunto de las adquisiciones en el país fue de 41.770 millones de dólares, de acuerdo con datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
La información, que fue retomada por el diario mexicano El Economista, muestra un aumento de 69% durante el 2022, después de que en 2021 registrara 24.8 millones de dólares. Los primeros peldaños de importaciones mundiales de combustibles —donde se incluyen la gasolina, el diésel y los aceites lubricantes y de engrase— los ocupan Estados Unidos, con 82.306 millones de dólares, y Singapur, con 62.503 millones de dólares.
Pero estos datos contrastan con el deseo del Gobierno mexicano, encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha buscado durante su sexenio la autosuficiencia energética del país latinoamericano, mediante la rehabilitación de refinerías y el impulso de la planta que se construye en Dos Bocas, Tabasco (sureste), una de sus obras emblemáticas.
«¿Saben cuánto tiempo llevábamos sin construir una refinería en México?, 42 años, que coincide con el periodo neoliberal, la última refinería; 40, porque la última que se construyó fue la de Salina Cruz con [José] López Portillo, desde entonces», declaró el mandatario el 30 de junio en su conferencia matutina de prensa.
«Se dedicaron nada más a extraer petróleo crudo y a venderlo. Y por eso nos convertimos en importadores de gasolinas, porque vendíamos petróleo crudo y comprábamos gasolinas, es como vender naranja y comprar jugo de naranja, pero también ahí estaba el negocio y la corrupción», abundó.
México y los combustibles hace unos años
El fundador de Grupo Indimex, Rajan Vig, indica en entrevista para Sputnik que cuando se aprobó y ejecutó la reforma energética en México —es decir, desde 2013—, una modificación constitucional que abrió el mercado petrolero nacional a la participación extranjera, la empresa pública Petróleos Mexicanos (Pemex) tuvo una pérdida de participación frente al resto de actores que competían en el ámbito nacional.
Pero, a partir de 2018, año en el que llegó López Obrador al poder federal, el discurso y acciones se modificaron.
«Fue un cambio en el péndulo para beneficiar a la compañía [Pemex]. También hemos visto una pérdida de muchos permisos de importación debido a que el Gobierno favoreció a Petróleos Mexicanos y trató de darle una mayor participación, luego de una breve desregulación de los mercados entre 2017 y 2018», comenta el analista consultado por este medio.
«Como resultado, las importaciones aumentan progresivamente, pero se debe tener en cuenta que los datos solo reflejan lo reportado por Pemex y no los del sector privado. [Al retirarse las compañías extranjeras], Petróleos Mexicanos empezó a importar más producto para dar abasto al país», agrega Vig.
En este tenor, el doctor César Salazar, del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), detalla en una charla para este medio que otros factores que influyeron en el mercado de combustibles mexicano fueron la falta de reconversión tecnológica en las refinerías — lo que las hizo altamente contaminantes— y el aumento poblacional.
«Con el crecimiento del ingreso [y del número de mexicanos], la demanda por fuentes de energía es mayor. Me refiero a (que) si se incrementa el parque vehicular, hay un alza de la necesidad de combustibles. Eso da lugar a que, a pesar de que somos un país productor de petróleo y con un sistema de refinación, exista una mayor necesidad por importar estos productos», dice.
Para Vig, además de los ajustes que se han realizado en la materia en México, hay varios factores que provocan el incremento en las importaciones, a pesar de que el Gobierno actual busca revertir esa tendencia.
«La demanda de México sigue aumentando debido a la industria de servicios en auge y al crecimiento continuo en diferentes [firmas] del sector manufacturero. También es importante decir que la producción de gasolina, en las seis refinerías que tenemos en México, fue de alrededor de 291.000 barriles en abril [de 2023] y esto es una pérdida de 10% de lo que estábamos produciendo en 2016», ahonda.
«[En contraste], la producción de combustóleo de Pemex promedió más de 300.000 barriles por día en abril. Es decir, es la cifra más alta que hemos visto en casi tres años; la última vez que eso ocurrió fue en julio de 2020. Dado que el producto tiene poco uso aquí en el país, con excepción de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), posteriormente se deben importar los combustibles más relevantes, es decir, gasolina, diésel y la turbosina», precisa el experto.
Una causa más que identifica Salazar, doctor en economía por la UNAM, es la compra de la refinería de Deer Park, ubicada en Texas, Estados Unidos.
«Se producen refinados para México que cuentan también como una importación. La propia estrategia lleva a eso: que haya un incremento de las importaciones sin menoscabo de que sean o no a buen precio, o que formen parte de Pemex; se registran como parte del comercio internacional», explica.
«México, por desgracia, no tiene muy diversificada su matriz energética y es algo que se ha mencionado mucho. Un país con el tamaño de la economía nacional, con una población significativa, es hasta cierto punto lógico que tenga una presión de demandas de energéticos a la hora que se reactiva la actividad económica [tras la pandemia], sobre todo viniendo de un punto tan bajo como 2020», puntualiza el especialista.
El fundador de Grupo Indimex —firma dedicada a operaciones con productos refinados y gases licuados en México y América Latina— declara que uno de los impactos visibles de las importaciones son los precios de los combustibles.
«Si México estuviera refinando un mayor porcentaje de su consumo interno, naturalmente el costo de la molécula sería menor. De esta manera, estaría evitando un arancel de importación, logística, demoras en la frontera y una menor exposición a un índice de precios internacionales. Sin embargo, la situación no es así», dice.
Sumado a esto, a pesar de los planes de la Administración mexicana para tener independencia energética, aún hay tareas por concluir, como la refinería de Dos Bocas.
«Debido al deseo gubernamental de detener las energías renovables en la red eléctrica a favor de contratar combustóleo para generar la electricidad, Pemex ha estado vendiendo la molécula, el combustóleo, a CFE, como parte de una jugada interna para ayudar a ambas empresas nacionales, es decir, para incrementar sus ingresos. Esto dando a Petróleos Mexicanos una posición corta, y a la Comisión la prioridad para despachar en el sistema eléctrico quemando [este componente] para generar electricidad», precisa Vig.
Acerca de lo que se puede esperar a futuro, el fundador de Indimex afirma que México no disminuirá a corto o mediano plazo su dependencia de las importaciones de combustibles, pero ve algunas estrategias que puede aplicar para mejorar su competitividad.
«La costa del Golfo de Estados Unidos tiene los precios de productos refinados más baratos disponibles del mercado mundial, debido su gran capacidad de refinación que proporciona una ventaja competitiva. México cuenta con el beneficio de tener acceso cercano a este producto, que está disponible en grandes cantidades (…). Lo que debe hacer [el país latinoamericano] es tomar ventaja en la situación de estar al lado de esta costa, usar este precio competitivo, incrementar y mejorar la infraestructura del país respecto a los centros de distribución, terminales de trasvase y de almacenamiento», reitera.
Para finalizar, Salazar considera que se debe apostar por modificar la matriz energética, con el fin de virar a combustibles más amigables con el medioambiente.
«En el corto plazo no dejaremos de usar gasolinas aunque se diga lo contrario; en el mundo se está viendo eso y, por lo tanto, hay que apostar por procesos de refinación mucho más eficientes y más modernos. Esa será una muy buena política», concluye.