Hace 14 años Villarín hizo estallar violencia

Con esa balacera empezó el reguero de cadáveres; «es un infierno», advierte investigador de la UV

Veracruz, Ver.- La balacera ocurrida en Villarín, hace 14 años puso en descubierto que Veracruz era una zona operada por los carteles de la droga y desató el aumento de los delitos de alto impacto como el secuestro, la extorsión, los ataques armados en centros urbanos importantes del estado afirmó el presidente de Comunidades Seguras ACJeremías Zúñiga Mezano.

Aquel 3 de marzo, mientras en la zona norte del estado se llevaba a cabo el festival Tajín 2007 bajo el gobierno de Fidel Herrera Beltrán, en el puerto de Veracruz una carrera de caballos terminó en un enfrentamiento que dejó como saldo el asesinato de Efraín Teodoro Torres alías “El Z-14” uno de los presuntos líderes y fundadores del cartel de Los Zeta.

Al parecer era una carrera arreglada y la balacera fue solo un pretexto para iniciar una guerra; ese día se contabilizaron dos muertos, Efraín Teodoro y otro presunto sicario identificado como Roberto Lazcano, además de varios heridos, algunos desaparecidos y camionetas que fueron abandonadas, algunas con placas del norte del país.

El Z-14 logró llegar aún con vida al hospital Milenium en la ciudad de Boca del Río donde se le dio la atención informando que se trataba de Roberto Gómez Gasperín, sin embargo, tras confirmar su muerte y luego de los estudios que se le practicaron se dijo que se trataba de Efraín Teodoro Torres, responsable del trasiego de la droga en Veracruz.

El cuerpo del Z-14 fue sepultado en la ciudad de Poza Rica, pero horas después se presentó un comando armado en el cementerio y lo exhumó clandestinamente y aunque las investigaciones arrojaron la detención de 5 personas, su cuerpo quedó como desaparecido.

Uno de los sectores que vivió de cerca la escalada de violencia entre el 2007 y el 2011 en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río fueron los elementos de seguridad pública.

Luis, quien pide ser llamado así para no revelar su identidad por temor a represalias, era elemento de la extinta Policía Intermunicipal cuando la violencia se desató en la ciudad.

Recuerda la balacera en Villarín como el evento que fue un parteaguas para los veracruzanos, ya que se pasó de combatir delitos de bajo impacto a una “guerra encarnizada” entre grupos criminales y elementos de seguridad.

Y es que una semana después de ese suceso, el 17 de marzo fue asesinado en un tiroteo en los alrededores de la Plaza comercial Las Américas, el comandante de la Policía identificado como Gerardo Gutiérrez Monraga por un presunto ajuste de cuentas, pues según un video que circuló en redes sociales el comandante no liberó a unos hombres que habían sido detenidos en la balacera de la carrera de caballos por lo que junto con dos elementos más y un civil fue asesinado.

En dicho video, aparecieron Jesús Arano Servín de 29 años y Víctor Pérez Rocha de 80 años, quienes estaban siendo apuntados por cinco hombres encapuchados mientras confesaban que había asesinado al comandante Gutiérrez Monraga y que eran parte de la organización de Los Zeta, dos días después sus cuerpos fueron hallados envueltos en sábanas en la avenida Salvador Díaz Mirón, una de las avenidas más transitadas en el puerto de Veracruz.

Luis, mencionó que muchos de sus compañeros fueron asesinados a plena luz del día en balaceras o ataques dirigidos hacia ellos, otros fueron privados de la libertad y sus cuerpos abandonados en alguna calle de la ciudad.

Recuerda con horror aquel septiembre del 2011 cuando en plena vía pública y a la luz del día mientras se desarrollaba el Encuentro Nacional de Presidentes de Tribunales Superiores y Procuradores Generales de Justicia en las instalaciones del World Trade Center (WTC) en Boca del Río, frente a la plaza comercial “Las Américas” fueron abandonados 35 cadáveres, todos con rastros de violencia y tres de ellos eran compañeros suyos.

“Nos pidieron a todos que ya no saliéramos uniformados, entonces yo ya no portaba el uniforme para llegar al trabajo, nosotros enseguida nos vemos que somos policías, por el porte o por el pantalón, en mi caso eso me daba mucho temor de que me identificaran y me quisieran hacer algo, aunque me tranquilizaba que yo no estaba metido en nada malo”, relató.

En el 2009, de nuevo Veracruz figuró en la palestra nacional, ya que al parecer tras Villarín los grupos delincuenciales empezaron a enfrentarse para ganar el control del territorio y una de estas tuvo lugar en pleno centro de la ciudad de Veracruz.

Entre algunos de los sucesos, fue el enfrentamiento en las calles de Juan Enríquez y 20 de noviembre muy cerca de la Iglesia del Cristo del Buen Viaje donde murieron presuntos integrantes de carteles al explotarse una granada..

Seis años después, Veracruz sigue siendo noticia por la violencia, aunque expertos coinciden en que las organizaciones criminales cambiaron su forma de operar, se fragmentaron en células reducidas y operan en la clandestinidad.

El presidente de Comunidades Seguras AC, Jeremías Zúñiga Mezano consideró que el aumento en delitos de alto impacto como el secuestro, la extorsión, los ataques armados en centros urbanos importantes del estado y una sociedad que normalizó la violencia, fueron los efectos que se desataron en Veracruz a partir de la disputa de grupos criminales en los últimos 15 años.

El académico y especialista en temas de seguridad reconoció que el 2007 fue un año clave para la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, luego de que en un enfrentamiento armado ocurrido en la comunidad rural de Villarin, en el marco de unas carreras de caballos, en la que fue asesinado un líder del grupo criminal Los Zetas.

Zúñiga Mezano recordó que a partir de ese momento se desencadenaron una serie de eventos violentos que se presentaban en pleno centro de la ciudad de Veracruz, así como en avenidas altamente concurridas, sin importar los horarios.

Entre los primeros sucesos, dijo que se presentaron asesinatos de elementos policiacos de la extinta Policía Intermunicipal Veracruz-Boca del Río, que más tarde obligó a la desincorporación de la corporación.

Después de ello, se presentaron balaceras en diversos puntos de la ciudad, productos de enfrentamientos entre miembros de grupos criminales antagonistas o en contra de fuerzas del orden público.

Del mismo modo, señaló que se presentaron “levantones” a personas dedicadas a actividades ilícitas a plena luz del día; quienes más tarde eran asesinados y sus cuerpos abandonados en la vía pública con signos de tortura. Las extorsiones que a partir del 2011 incrementaron considerablemente el secuestro y los homicidios dolosos.

Zúñiga Mezano dijo que la violencia alcanzó las cárceles veracruzanas porque comenzaban a pelear el control, en el puerto de Veracruz eso generó el cierre del penal de Ignacio Allende, ya que se encontraba en el centro de la ciudad.

“Empezaron algunos grupos a tratar de apoderarse del estado de Veracruz, se dieron enfrentamientos de grupos criminales con la policía en la vía pública y es cuando se desatan los secuestros y las extorsiones, fue el inicio de un periodo muy negro para el estado de Veracruz”, relató.

Con los hechos violentos, Zúñiga Mezano afirmó que la sociedad veracruzana fue normalizando este tipo de situaciones y se pasó de generar temor a verlo como actos que rozaban en la cotidianidad.

Balacera en 2007 fue un parteaguas: historiador

Los hechos de violencia ocurridos en marzo del 2007 en la congregación de Villarín en Veracruz significaron un cambio drástico y radical en la vida de los veracruzanos señala Víctor Manuel Andrade Guevara, integrante del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales (IIHS) de la Universidad Veracruzana, quien reconoce que este suceso fue un parteaguas en la historia de la entidad.

En entrevista, indicó que, si bien es cierto que en la entidad se estaban presentado hechos de violencia, estos eran de otro tipo y tenían más que ver con rencillas personales que con delincuencia organizada. “Este hecho (la balacera de Villarín) lo tenemos más presentes las personas más grandes a quienes nos tocó vivir en otra etapa en la que todo era más tranquilo. Con esto no quiero decir que no hubiera violencia porque la había pero tenía otras caracterísicas: estaba más concentrada en las zonas rurales y era por otros motivos”, indicó.

Andrade Guevara recuerda que luego de este primer enfrentamiento y los que siguieron en los días siguientes, la población pensaba que se trataría de algo pasajero o provisional y que la situación en la entidad regresaría a la normalidad. Hoy a 14 años de este hecho, aun no llega la “normalidad” para Veracruz, lamenta. “A partir de entonces se presentaron situaciones nunca antes vistas como cuerpos descuartizados, cabezas que tiraban en algunas oficinas públicas”, recordó.

El investigador de la Universidad Veracruzana expuso que aunque la violencia comenzó a infiltrarse en toda la entidad, los municipios de Veracruz, Xalapa, Coatzacoalcos y Poza Rica fueron particularmente sacudidos al grado de que hay épocas en las que se ha vivido “un infierno” en donde predomina el miedo entre la población ante la inseguridad. Añadió que el sexenio de Javier Duarte de Ochoa fue particularmente violento y que es entre 2010 y 2016 que se comienzan a ver con más frecuencias hechos de violencia a gran escala como balaceras, ejecuciones, secuestros y persecuciones en las calles.

En este periodo, explica, la violencia se incrementa de manera particular en las ciudades de Poza Rica y Coatzacoalcos. En la primera, apunta, con extrosiones, desapariciones y secuestros de profesionistas de todas las áreas. Mientras que en Coatzacoacolcos, la violencia ha llegado a colocar a esta ciudad como una de las tres más violentas en el país y ese miedo ha generado que mucha gente cierre sus negocios. “Lo que la gente está viviendo en estas ciudades es un infierno, así debemos verlo. No es exagerado y no es por ser alarmistas: es lo que está pasando”.

Para el catedrático universitario, este espiral de violencia que no sólo no se ha detenido sino que ni siquiera ha tenido un momento de contención o de reposo importante. De poco sirvió la alternancia política en 2016 o la llegada de Morena en 2018. “Estos enfrentamientos modificaron drásticamente la vida de las personas, un cambio que muchos comienzan a asimilar como algo normal”, expuso.

En Diario de Xalapa